The cherry orchard (El Jardín de los cerezos) de Chéjov, y Winter’s tale (Cuento de invierno) de Shakespeare son las obras que la compañía The Bridge Project, representa en Madrid este mes, del 18 al 22 y del 25 al 29, respectivamente.
Por Carolina González (MadridTeatro en CeroPrentensiones)
El espacio elegido para su puesta en escena ha sido el Teatro Español, que esta temporada ha apostado por propuestas de alta calidad que atienden a sensibilidades muy diferentes, con hábitos culturales distintos entre sí.
Conocido por su trabajo en American Beauty, Camino a la perdición o Revolutionary Road, a Sam Mendes también lo avala una impecable trayectoria teatral. “Hace seis años dirigí Tío Vania y Noche de Reyes, por lo que buscaba unas obras que tuvieran paralelismo con éstas. Y lo encontré en El jardín de los cerezos y Cuento de invierno, que también ahondan en la nostalgia, el paso del tiempo y la posibilidad de redención. Shakespeare y Chéjov eran dos autores con inquietudes, fueron más allá del naturalismo. Pienso representar más obras de los dos, estoy pensando en subir a las tablas Tres hermanos y As You Like it”, reveló en la presentación en Madrid de la compañía.
La idea de ambos montajes surge del reto personal del cineasta de unir sobre el escenario a importantes figuras del teatro británicas y norteamericanas, para hacer una gira transoceánica de dos años de duración. Entre los componente de la compañía está el tejano Ethan Hawke (Antes que el diablo sepa que has muerto), la irlandesa Sinead Cusack, y los ingleses Rebecca Hall (Vicky Cristina Barcelona) y Simon Russell Beale.
Nueva Zelanda, Singapur, Alemania o Londres son algunos de los destinos que, junto a Madrid, tiene planeado visitar la compañía de Mendes. “Estamos en Madrid porque es una de las grandes ciudades del mundo. No hace falta más que ponerse delante del Teatro Español para sentir escalofríos”, añade el cineasta.
“El roce entre distintas culturas hace que salten chispas, genera una gran energía y hace que el espectáculo sea más vivo y emocionante”, explicó Mendes al preguntarle por la relación entre actores sobre el escenario.
Por su parte, Hawke reconoció la “falta de cultura de muchos norteamericanos para con textos de Shakespeare”, y continúa, “para nosotros siempre es un descubrimiento. Por eso es cierto que existe un cierto complejo de inferioridad en los actores norteamericanos cuando nos ponemos ante un Shakespeare; siempre pensamos que es algo de los ingleses”. Sin embargo, Sam Mendes explicó que en ningún momento del montaje primó la intención de subordinar un estilo al otro, sino todo lo contrario. “De hecho, cada actor aportará su acento, para el que sepa reconocerlo”, concluyó Hawke.
Sam Mendes comentó a los periodistas asistentes su visión del teatro. “Es como estar en casa: alimenta mi alma. Sin embargo, las películas te tienen en movimiento constante, es puro nomadismo”. Y reincide en lo que ya una vez explicó para El País.com, hacer teatro es mucho más placentero, pero bastante más arriesgado en muchos sentidos.
Así, provechó también para explicar su modelo de producción ideal: “el teatro debería imitar a la ópera en el sentido de las grandes coproducciones internacionales”. Y continúa, “cuanta más variedad de público tenga una obra, mejor. Tener un público abonado, como pasa en Nueva York, que cada martes va a ver el nuevo estreno supone un estancamiento. Es siempre el mismo público en distintas obras. Eso es la muerte del teatro. Y es una de las razones de este proyecto”.
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