martes, 31 de marzo de 2009

Cien mil personas rinden tributo al Teatro en la noche madrileña

La pasada noche del 27 de marzo, artistas y espectadores celebraron en las calles de Madrid la tercera edición de la "Noche de los Teatros".


Por Carolina González (MadridTeatro en CeroPretensiones)

El evento, de nueve horas de duración, fue fruto de la colaboración de más de 600 actores y contó con la participación de 100.000 espectadores, según datos de la Consejería de Cultura, una cifra similar a la del año pasado. Se trataba de 170 actividades de gran diversidad: representaciones y performances a pie de calle, exposiciones, coloquios, proyecciones y música en vivo, distribuidas en 107 espacios diferentes de la ciudad.

La jornada comenzó a las cinco de la tarde, con la lectura del pregón, en la Casa Lope de Vega, por el dramaturgo Francisco Nieva. El discurso concluyó otorgando carta blanca a los artistas: “el teatro es libertad plena, con las formas decantadas del arte”. Fue, por tanto, el pistoletazo de salida para que cientos de artistas desnudasen sus yoes en escena.

Para promover la participación del público, muchas de las salas redujeron el valor de las entradas, algunas con descuentos de hasta un 50%. Aunque en las colas para entrar a los teatros fueran muchos los que habían comprado su entrada con días de antelación y, por tanto, sin descuento.

Por su parte, la calle de Fuencarral fue una de las paradas más asistidas. Allí tuvo lugar una cabalgata barroca, por Morobia Teatro, y más de veinte espectáculos de breve duración e interacción con el público, en seis escenarios diferentes entre las estaciones de metro de Quevedo y Bilbao.


Allí acudió, por la tarde, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que se vio obligada a abandonar el lugar en cuestión de minutos, después de que muchos actores y público, allí congregados, la increpasen con insultos y voces a coro como “¡fuera, fuera!”, “¡no a la privatización!”, “¡sanidad pública!”, o “¡Aguirre te quiero, Aguirre te adoro, tengo tu foto en el inodoro!”.

Percances aparte, el evento fue seguido de cerca por el consejero de Cultura, Deporte y Turismo, Santiago Fisas. En una de sus paradas, el político se encontró con los actores de la obra “Mentiras, Incienso y Mirra”, representada desde hace unos meses en el Teatro La Latina. Entre brindis, declaró “esperemos que hoy no sea un día excepcional y que la gente venga al teatro todos los días”. Al mismo tiempo, en ese mismo enclave, la periodista Patricia Ortega de Elpais.com preguntaba a la taquillera del teatro por la asistencia del público en un día tan señalado: “para la sesión de la tarde no hemos vendido más entradas de las que pudimos haber vendido el viernes pasado. Para la sesión de las 22.30, sin embargo, hemos vendido algunas más. Algo se nota”.

A las siete se celebró, en la sede de las Artes Escénicas de la Comunidad de Madrid, la conferencia “Cuatro Miradas sobre la escena europea”, en la que Albert Boadella, director artístico del teatro y miembro del grupo Els Joglars, reflexionó sobre “la dificultad para mantener la excelencia del arte dentro de la ensalada a la que se denomina cultura”. Sin embargo, aseguró, "el teatro goza de buena salud".

Para el dramaturgo catalán no hay crisis que afecte a este sector. Y es que cuenta con dos factores clave que aún hoy el público sigue apreciando y demandando: el ritual y el riesgo del directo. Las cifras que recoge la SGAE así lo corroboran: el pasado año, el número de espectadores en los teatros madrileños ascendió a dos millones. Según declara la sociedad de autores, los espectadores siguen teniendo en cuenta el teatro dentro de sus actividades de ocio, fundamentalmente, porque "las obras no pueden descargarse de la red".

Goce de buena salud, o tenga una mala salud de hierro -como prefieren decir otros-, el sentido de este homenaje trasciende lo material. La celebración del Día Mundial del Teatro se propuso en 1961 en el noveno congreso del Instituto Internacional de Teatro, creado dos años después del final de la segunda guerra mundial, con la clara intención de establecer, mediante las artes escénicas, lazos permanentes de solidaridad y comprensión entre los países.

Desde entonces, una personalidad del mundo del teatro se elige por su reconocido trabajo en las artes y la solidaridad para escribir el Mensaje Internacional, traducido a decenas de idiomas y leído ante millones de espectadores en todo el mundo. Este año, ha sido el dramaturgo y director de teatro brasileño Augusto Boal el que ha tenido tal honor.


Hace unos años, Nelly Garzón, por aquel entonces directora de la Federación de Ateneos de Venezuela -instución de apoyo en pro del desarrollo sociocultural de las comunidades-, acertó al describir en el mensaje local de 2008, en lo que a teatro se refiere, la existencia de una dimensión donde los hombres de todas las razas y credos han expresado -y expresan- sus angustias visionarias, sus protestas y sus ideales.

En definitiva, aunque muchas voces aleguen que las nuevas tecnologías han invadido la escena y aplastado la dimensión humana, lo cierto es que el teatro ha conseguido rediseñarse y adaptarse a los nuevos tiempos, llegando a realizar teatro sin luz, sin palabras o, incluso, sin actores. Ahora bien, hasta el día en el que el debate sobre la realidad del teatro concluya, CeroPretensiones prefiere quedarse con una de las frases más escuchadas a los largo de la pasada jornada teatral: ¡viva la salud de hierro del teatro!

domingo, 22 de marzo de 2009

Costumbrismo en su más pura esencia

Getafe es por tres meses el álter ego del Siglo de Oro español. Se está celebrando el XVI Festival de Teatro Clásico y XVIII de Música Antigua y Sacra.


Como bien podría versar el refranero español “marzo mayea” en el municipio y sus gentes hacen lo propio. Las terrazas se llenan y las calles se avivan. Por unos meses, Getafe se torna noble, oscuro, pícaro, costumbrista y prolífico, muy prolífico. Un hecho que no pasa desapercibido en el resto de la Comunidad de Madrid que, tras el amplio proyecto de comunicación que desarrolló la Delegación de Cultura del ayuntamiento local el año pasado, este año se apunta una participación de 150.000 personas.


No hay crisis cuando se trata de cultura. “Es el mejor momento para desarrollar la imaginación y buscar nuevos recursos para dar mejor calidad que la del año pasado. Y por ello, este año tenemos una programación exquisita”, asegura Estefanía Ventura, asesora técnica del festival, cuando le pregunto sobre la posibilidad de que la producción y participación del festival se vea afectada por la delicada situación económica.


La apertura del festival la ha amenizado la nueva adaptación del novel director Juan Diego Botto de la obra de Shakespeare, “Hamlet”. “Fuenteovejuna” de Lope de Vega, “La vida es sueño” de Calderón de la Barca, “El mercader de Venecia” de Shakespeare, son otras de las obras que comparten protagonismo durante los meses que dura el festival. La finalidad es captar el interés de jóvenes y adultos por una faceta del teatro desconocida, trabajando con puestas en escenas coloristas e innovadoras, y adaptaciones que acerquen al público más joven.


“Getafe es un pueblo que participa mucho de las actividades culturales. La gente mayor no pregunta, viene a todo”, comenta Estefanía, y añade “el mercado, por su parte, trata de sacar el teatro y la música a la calle. Además, intentamos que la programación tenga, durante esos días, un tono familiar o infantil que no tiene el resto de los días”.


Entre los callejones del mercado barroco, escucho: “tienes que prometerme que cuando abra mi mano tú vas a tener la boca muy cerrada”. Un mercader de libros en miniatura está pactando con un niño. El pequeño asiente y el viejo le muestra un libro –es el libro más pequeño del mundo- cuya lectura requiere del uso de una lupa. “¿Cómo escribe usted esos libros?”, le pregunto intrigada. “Eso no se lo puedo decir, señorita. Es un secreto”. Es la charlatanería española, qué dulce tradición.


Grupos de teatro se entremezclan entre los visitantes y representan su papel, invitando a los presentes a un viaje en el tiempo. Junto al Teatro García Lorca se levanta una exposición de instrumentos de tortura. Nada es poco para descubrir los entresijos del Siglo de Oro español.


Más adelante, me llama la atención un puesto abarrotado de gente. Un chico de treinta años utiliza un soplete para dar forma a un jarrón de vidrio. Como puede, el joven eleva la voz para hacerse oír entre los presentes. “Es un trabajo muy traicionero, cualquier soplo de aire puede deformar la figura”, explica el tendero. Estefanía estaba en lo cierto cuando nos contaba que el mercado barroco tiene una finalidad didáctica indiscutible: “tratamos que niños y mayores disfruten y aprendan cómo se vivía en otra época”.


El bullicio se triplica al alcanzar el paseo de la Estación. En los callejones, el olor de las esencias es absorbido por el aroma de la carne recién asada. Es la España del bodegón y el costumbrismo. A mi paso, descubro manjares a gusto de todas las clases. Un barril lleno de pulpos sirve de escaparate parala primera taberna. Justo enfrente, las últimas brasas de una barbacoa dan a luz a infinitos pinchos de carne. Cerveza y vino por doquier. Y cómo no, rosquetes, tartas, galletas, bollos… inevitablemente, se me abre el apetito.


Mientras espero en una de las colas, se abre camino el pasacalles. “¡Señorita, señorita! ¿Me concede usted este baile?”, grita un patilargo abalanzándose sobre una joven que engulle un muslo de pollo. La moza sonríe avergonzada, y el espectáculo continúa unos metros más allá.


Es la caricatura más pura de una sociedad dividida en clases, entre los que aparentan y los que piden limosna; entre las rencillas amorosas y las relaciones de poder; entre la brujería y el arte. Un homenaje a la literatura española que ha alcanzado su máximo esplendor en el municipio madrileño.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Los Max vuelven a escena

El próximo 30 de marzo se celebra en el Teatro Cuyás de Las Palmas de Gran Canaria la XII gala del certamen teatral.


Ahora que los vientos del celuloide han dejado tras de sí ríos de tinta y caracteres, la mirada de los artistas españoles se vuelve a los “Goya” del teatro: los premios Max de la Artes Escénicas.

El próximo 30 de marzo, entre 250 y 350 personas se congregarán en el Teatro Cuyás de Las Palmas de Gran Canaria para “desafiar al maniqueísmo de los medios que sólo tratan de reflejar la cultura dominante”, como dijo el presidente del consejo de dirección de la SGAE, Eduardo Bautista, en octubre del año pasado cuando anunció la localización de la gala.

El pasado 16 de febrero, los finalistas recibieron en el Pabellón de los Jardines de Cecilio Rodríguez en el Parque del Retiro de Madrid sus “maximinos” como antesala a la gran gala. El acto fue presentado por la actriz Antonia San Juan y por el cantautor y actor Caco Senante.

Este año se han presentado candidatos al reconocido certamen 223 espectáculos: 124 obras de teatro, 48 de danza, 19 musicales y 42 obras de teatro infantil.

La gran favorita de este año es “Tirant Lo blanc”, obra de Calixto Bieito, con ocho nominaciones, junto con el espectáculo de danza “De cabeza”, de Teresa Nieto, con seis. A cinco nominaciones optan, cada una, “Argelino, servidor de dos amos”, del Teatro de La Abadía y Animalario y “Barroco”, de Tomaz Pandur.

Y para adecuarse a la idiosincrasia de pueblo anfitrión, la clásica manzanita ha cambiado su perfil. Este año, el logotipo del poeta y artista plástico Joan Brossa estrena antifaz dorado que, como indicó su creador, “parece una cabeza y al mismo tiempo una manzana, un fruto pecaminoso y frívolo; el antifaz aporta la dimensión dramática y el misterio escénico”.

Como los Molière en Francia, los Olivier en Gran Bretaña o los Tonys de Broadway, los premios Max son un reconocimiento de todas aquellas personas que trabajan para y por el teatro español. Según Público.es, Bautista destacó que los Premios Max galardonan desde obras del teatro puro literario hasta el más orientado al entretenimiento, sin olvidar la danza y el trabajo encomiable del tejido técnico que está detrás de estos espectáculos y que, en muchas ocasiones, los sostienen en unas tres cuartas partes. Además, los Max tratan de promover y potenciar tanto la diversidad cultural como la coexistencia de las distintas lenguas del estado español.

Los premios Max han respondido siempre a una descentralización geográfica, lo que concuerda con lo que para sus promotores es “la esencia misma del mundo teatral”. En ediciones anteriores, la gala se ha celebrado en ciudades como Sevilla, Madrid, Barcelona o Zaragoza. Para el próximo año se prevé que una nueva isla será la sede del festejo, Palma de Mallorca.